El estadio de Independiente Rivadavia volvió a verse revolucionado hoy por la presencia de un grupo de personas que colgó una amenazante bandera en la tribuna popular.

El trapo rezaba la leyenda: “No es una guerra, es una revolución. Al club no se le roba más”. El mismo fue colgado minutos antes del entrenamiento, el cual estaba estipulado que fuese a puertas cerradas, incluso para la prensa.

Momentos después, de observarse esta situación, llegaron varios móviles policiales al Bautista Gargantini. Los efectivos procedieron a interrogar a algunos hinchas que merodeaban el estadio y que habían ingresado al entrenamiento con la clara intención de dialogar con los jugadores y el presidente azul, Ignacio Berríos.

Debido a este inconveniente el entrenador leproso, Matías Minich, con un profundo malestar, decidió suspender la práctica y los futbolistas se retiraron al vestuario.

Este inconveniente apunta a estar relacionado con el mismo grupo de encapuchados que ingreso con armas y cuchillos a la catedral el pasado 9 de febrero en el partido ante Atlanta, el cual terminó siendo suspendido.

Esta situación se da momentos antes de que el Tribunal de Disciplina de la Asociación del Fútbol Argentino dé a conocer el fallo con la sanción que recibirá la Lepra por los hechos acontecidos.

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