El gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció este miércoles el lanzamiento de un programa a gran escala para “testear, rastrear y aislar” los casos de coronavirus en su jurisdicción, un día después de haber tenido “una visita productiva” a la Casa Blanca para tratar la crisis sanitaria con el presidente Donald Trump.

Con 15.302 muertes y 258.589 contagios, Nueva York continuaba siendo el epicentro de la pandemia en Estados Unidos, si bien los indicadores siguieron descendiendo “suavemente” en la última jornada, según informó Cuomo en su rueda de prensa diaria sobre la evolución del brote.

Antes de anunciar su “ambicioso” programa de detección del virus, el gobernador demócrata se refirió a la reunión que mantuvo ayer con Trump, con quien tuvo duros cruces tanto por la gestión de la crisis sanitaria a nivel federal, como por la insistente presión del magnate republicano para reabrir la economía en detrimento de las medidas de aislamiento.

Pese a esta tensión política, Cuomo aseguró que la visita a la Casa Blanca fue “productiva” y Trump “entendió” que los estados necesitan fondos y está “trabajando duro en desarrollar legislación” que los compense, consignó la agencia de noticias EFE.

Como gesto de ello, el gobernante neoyorquino afirmó que el presidente “eximió” al estado de pagar la tasa habitual de 25% sobre los costos que asume la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).

“Era una cruel ironía para Nueva York. Tenemos el número más alto de casos de la Covid-19 en el país y nuestro costo de FEMA era el más alto, se nos penalizaba por ello. Se liberan así cientos de millones de dólares para el estado”, dijo.

Para reducir el impacto de la pandemia, Cuomo anunció además un programa de test masivos, rastreo de contactos y aislamiento de nuevos casos en el área triestatal de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, que están colaborando entre sí y también con otras entidades y el gobierno federal.

El objetivo del mismo es duplicar los test que se están haciendo en el estado hasta alcanzar los 40.000 diarios, una “operación que nunca se ha hecho y es intimidante”, pero que espera revele cifras de contagio “en torno al 10% de la población en área de la ciudad de Nueva York y porcentajes de un dígito en el norte del estado”.

“El rastreo ha empezado ahora y se irá incrementando. Tenemos 500 rastreadores y vamos a ir contratando y formando más cruzando las jurisdicciones”, explicó.

Las autoridades estatales pretenden aumentar la dotación con la vista puesta en “35.000 estudiantes” de medicina de las universidades públicas y, para ello, disponen de 1.300 millones de dólares de fondos federales y 10 millones de dólares donados por el ex alcalde neoyorquino Mike Bloomberg, quien diseñará y coordinará los esfuerzos.

También se acordaron colaboraciones con la Universidad Johns Hopkins, que es un referente mundial de la Covid-19, y la organización sanitaria Vital Strategies.

Cuomo precisó que el programa requerirá de coordinación entre el norte y el sur del estado de Nueva York, donde se sitúa la Gran Manzana, cuyo alcalde, Bill de Blasio, anunció esta mañana un plan similar llamado “Testea y Rastrea”, que prevé pruebas a gran escala y ofrece transporte, supervisión y servicios de comida o farmacia para los aislados.

La ciudad de Nueva York, foco mundial del coronavirus con 138.435 casos y 9.944 decesos confirmados y 5.052 probables, congelará asimismo temporalmente los cuerpos de algunas víctimas de la Covid-19 para reducir la presión sobre hospitales, morgues y funerarias, según precisó la municipalidad.

Se trata de cuerpos que en su mayoría no han sido identificados o que nadie ha reclamado y se trasladarán desde las morgues a camiones congeladores con el objetivo de que no se descompongan hasta que puedan ser llevados a un lugar definitivo en un plazo que puede llegar a hasta un año.

Esta decisión supondrá el fin de los entierros en la fosa común de Hart Island, en el distrito de Bronx, que hasta ahora se había usado para aquellas víctimas de coronavirus que no pudieron ser identificadas o que no habían sido reclamadas por algún pariente en un plazo de 15 días tras el fallecimiento.

Desde el siglo XIX, Hart Island ha sido el lugar donde descansan los restos de aquellos neoyorquinos que mueren sin que nadie los reclame.

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