El caso de la moza que fue agredida en un bar de la avenida Arístides Villanueva generó una profunda indignación en la sociedad. Los videos de la agresión, el intento de linchamiento a los acusados y las fotos de la víctima con su rostro ensangrentado, recorrieron la provincia y el país.
Agustina está destrozada por dentro y por fuera, y las derivaciones de su futuro más dependen de su fortaleza y contención de su familia y amigos.
“Tengo mas de 20 puntos en la cara, el oído izquierdo sordo sin hablar de la cirugía plástica que tienen que hacerme! Todo por un par de tragos, por unos bestias que no saben medirse, ni saben tomar!“, dijo la joven moza tras lo ocurrido en sus redes sociales.
José Luis Pericoli y Carlos Ramon Angulo Gutiérrez, agresores de Agustina Tramontana, sólo fueron acusados por “lesiones leves” y pronto recuperarán su libertad.

En un abrir y cerrar de ojos, Agustina se encontró sin obra social, aportes, ni saber dónde ir a curar sus heridas provocadas por estos delincuentes que como dijo la joven “Todo por un par de tragos, por unos bestias que no saben medirse, ni saben tomar“.
EL FEDERAL MENDOZA realizó un relevamiento en la calle que tiene grandes bares y con millonarias ganancias en uno los lugares más visitados por los mendocinos y turistas que llegan a Mendoza, y la realidad del oscuro mundo de los empleados que trabajan es escalofriante.
La propia Agustina lo dijo a medios locales con todas las letras: “No estoy en blanco”. Y todos comenzaron a mirar a otro lado
Son pocos los empleados que hablan, y los que se animan, aseguran que apenas un puñado están como la ley de contrato de trabajo lo establece. “Mejor no hablo, no quiero perder mi laburo”, es la respuesta sistemática a nuestro cronista en la calle Arístides.
La Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA) apenas emitió un escueto comunicado, solidarizándose con Agustina, nada más.
“Muchos trabajan por la propina que es muy buena en los fines de semana”, relató un mozo, pidiendo no publicar su nombre. Agregando que “otros te pagan un sueldo mínimo, y repartimos la propina entre todos”. Y otros, contratan nuevos mozos cada 3 meses para ampararse en la legal frase “están a prueba”.
Uno de los dueños (amigo del cronista), se despachó sin censuras: “Las coimas son normales a los inspectores que llegan al local”
“La municipalidad de Capital no jode, y los del sindicato son amigos”, en una brutal confesión que da una idea de cómo se maneja la noche en los bares. “No me escraches”, finalizó.
Agustina tiene que recuperar su vida lo antes posible. Lo que nunca imaginó es que su experiencia hizo que los dueños de los bares, con millonarias ganancias, miren como tienen a sus empleados.