La situación económica empeora, la inflación no se detiene, y esto se refleja principalmente en los precios de los alimentos, lo que afecta tanto a los comerciantes como a los clientes.
Como ejemplo, está Sergio, un carnicero porteño que lloró de la impotencia que siente cuando tiene que aumentar. “Me da pena que venga un jubilado a sacar sus monedas para pagar un churrasco por $800?, lamentó y no pudo contener más el llanto.
El hombre explicó que aumenta algunos de los valores para poder sobrevivir, mantener a su familia y a sus empleados, pero la situación económica no le da tregua. En momentos, como este, cuando todo vale tres veces más, él elige perder. “A veces me lo aguanto, por la gente” aseguró.
“Yo me preocupo por los clientes, obviamente tengo precios bárbaros”, reconoció Sergio, pero también aclaró que es difícil: “La estoy luchando. Hay veces que ni duermo, pero la sigo luchando y la voy a seguir luchando y jamás en mi vida voy a bajar los brazos”, aseveró.
También señaló que su frustración no tiene color político: “Nunca dependí de ningún presidente, que hagan lo que tengan que hacer, pero que se den cuenta”.
Sergio se quebró porque, si bien no nació acá, explicó que tiene su vida hecha aquí. “No soy argentino, soy uruguayo, pero tengo 30 años acá, tengo hijos, tengo nietos, no tiene nada que ver la nacionalidad”, apuntó y dijo, más decidido: “No podemos bajar los brazos. ¿Qué, vamos a dejar que estos delincuentes nos maten?”.
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