Todavía no se puede establecer con certeza qué les pasó al guía de montaña mendocino y a los dos pampeanos que murieron en el cerro Marmolejo, en Chile; pero los especialistas tienen sus conjeturas.
El mendocino guía de montaña Ignacio “Nacho” Lucero, y los dos funcionarios pampeanos Raúl Espir y Sergio Berardo fueron encontrados muertos en el cerro Marmolejo, en Chile, dos días después de haber avisado que emprendían camino hacia la cumbre. Los cuerpos de dos de ellos quedaron cerca entre sí, mientras que el tercero fue encontrado más abajo. Con el hallazgo de las víctimas se espera saber con exactitud qué les pasó, pero mientras se barajan varias hipótesis.
Los cuerpos de los tres andinistas fueron hallados en la mañana del lunes cerca de la cumbre del cerro Marmolejo, el cual comparte territorio entre Chile y Argentina, a la altura de Tunuyán, en Mendoza. Los Carabineros del vecino país indicaron que estaban a 5.900 metros de altura, muy cerca de la cumbre ubicada a 6.108 metros sobre el nivel del mar.
Especificaron que los cuerpos de dos de ellos fueron encontrados a ese nivel, mientras que el tercero estaba entre 200 y 300 metros más abajo, una distancia considerable en una montaña de esas características.
Los andinistas argentinos fueron encontrados a 5.900 metros de altura en el cerro Marmolejo, en Chile. Ahora los rescatistas deben bajar sus cuerpos.
Debido a que se avecinaba un fuerte temporal, los rescatistas del Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE) de Carabineros de Chile trabajaron rápido para bajar los dos cuerpos hasta donde estaba el que había quedado más alejado, los protegieron y los señalizaron con georeferencias para regresar cuando las condiciones del tiempo lo permitan y no ponga en peligro la vida de los efectivos.
Creen que el miércoles podrían hacer el ascenso hasta el lugar para bajar los cuerpos de los argentinos hasta el campamento base a 4.800 metros de altura y esperar que un helicóptero llegue hasta allí para continuar el descenso por aire.
El guía mendocino Ignacio Nacho Lucero, y los funcionarios Raúl Espir y Sergio Berardo murieron en una expedición en el cerro Marmolejo, en Chile.
Las hipótesis de la muerte de los andinistas argentinos
Si bien todavía no se sabe con exactitud, los especialistas debaten entre diferentes situaciones por las que pasaron y que provocaron la muerte de los tres.
Algunos indicaron que existe una gran posibilidad que hayan sido alcanzados por un temporal con fuertes vientos al punto tal de congelar a los experimentados andinistas.
Como consecuencia de la altura y de vientos tan fuertes que pueden hasta perforar una carpa, además del cansancio extremo y el frío, no pudieron seguir camino y murieron congelados. No descartan que uno de ellos haya caído y rodado por la montaña, por eso quedó a 200 o 300 metros más abajo.
Otra hipótesis es que alguno de ellos se haya lesionado o se descompensó como consecuencia del mal agudo de montaña, el cual se produce como consecuencia de la exposición del cuerpo a la altura y la deshidratación que puede generar edemas pulmonares o cerebrales. En esos casos la única solución es descender del cerro lo más rápido posible para que baje la inflamación, además de una inmediata asistencia médica.
El terreno del cerro Marmolejo, en Chile es de una elevada dificultad técnica que cuenta con glaciares.
Si alguno de ellos sufrió esta patología a 5.900 metros de altura, sumado al un cansancio extremo de los tres, posiblemente se detuvieron para descansar y permanecer juntos, pero como consecuencia murieron.
No descartan tampoco alguna teoría más simple. Tal vez estaban muy cansados debido a que el camino es complejo y de un nivel técnico para expertos. Debieron atravesar glaciares, y con esa dificultad y altura el equipo técnico que deben llevar se hace mucho más pesado. Además, con una posible deshidratación y cansancio extremo, no llegaron a cumplir los tiempos como lo planearon, se les hizo de noche y no pudieron seguir.
Algunas de estas posibilidades podrán confirmarse o descartarse cuando analicen los cuerpos de las víctimas y determinen la causa de muerte, y si sufrieron algún golpe como consecuencia de una caída o del desprendimiento de rocas. También tratarán de determinar si llegaron a la cumbre y su desenlace fatal ocurrió cuando bajaban o si nunca llegaron a la cima.
En febrero del 2017 Raúl Espir había hecho cumbre en el cerro Aconcagua, Mendoza, junto con Ignacio Nacho Lucero y su perro Oro.
Las hipótesis que descartaron tras el hallazgo
Antes que los rescatistas hicieran contacto con ellos, ya sabían que los tres habían quedado en la misma zona. Una de las ideas era que quizás iban los tres atados a una misma cuerda. Esta técnica es muy común en la montaña para evitar que el grupo se separe o para que todos vayan al mismo ritmo, entre otros usos.
Creyeron que podría haber sido esa la situación y que al ir unidos a una cuerda, uno se cayó y provocó el arrastre de los otros dos, y por eso no hubo sobrevivientes. Pero cuando los hallaron notaron que no habían utilizado ese sistema.
Los cuerpos del andinista mendocino y los dos pampeanos fueron hallados a 5.900 metros de altura en el cerro Marmolejo, en Chile.
Otra hipótesis, y una de las primeras, fue que habían caído en una grieta que hay en la zona, ya que el sistema de comunicación satelital daba como última posición un lugar cercano. Al analizar la ubicación, determinaron que la abertura está a 5.200 metros de altura, y el último lugar que marcaron fue a 5.800 metros de altura.
También pensaron en una posible avalancha, pero no hay rastros que esto hubiese ocurrido. Además, los tres cuerpos estaban a la vista, lo que no es común cuando ocurren avalanchas, ya que tapan todo lo que encuentran por su camino.
El experimentado guía mendocino Ignacio Nacho Lucero junto a su amigo fiel Oro en la cumbre del cerro Aconcagua.
Búsqueda y recuperación de los cuerpos en el cerro Marmolejo
Los Carabineros de Chile comenzaron la búsqueda de los tres argentinos el domingo tras una denuncia que allegados de los andinistas hicieron el sábado. Indicaron que ya habían superado el tiempo en que debían avisar que estaba todo bien y que el sistema de seguimiento satelital Inreach que llevaban se había quedado sin batería.
La última comunicación había sido a las 9.10 del viernes 1 de diciembre, cuando mandaron un mensaje por el sistema Inreach que decía: “Estoy empezando el viaje“. Sus familiares recibieron el mensaje y vieron que les quedaba poca batería.
“Estoy empezando el viaje”, fue el mensaje que envió el guía mendocino Ignacio Nacho Lucero el viernes a la mañana. Fue la última comunicación con los andinistas.
Cuando el sábado no supieron nada de ellos, comenzó la preocupación y alertaron a los Carabineros para que activaran una búsqueda. Sabían que el guía mendocino Ignacio “Nacho” Lucero tenía otro dispositivo para comunicación satelital el cual no había sido activado. Un grupo de amigos y allegados contrataron un helicóptero particular e hicieron un sobrevuelo por el cerro Marmolejo, desde el cual ubicaron el lugar donde habían dejado sus carpas.
Nacho Lucero decía que era montañista desde los 13 años, y que a pesar de haber sido profesor de Literatura, su vida y su sustento era la altura.
El domingo, con otro helicóptero un equipo del GOPE fue llevado hasta ese lugar, hicieron un rastrillaje a pie por la zona, pero no encontraron nada. Pasaron la noche allí y al amanecer del lunes comenzaron el ascenso hacia la cumbre del Marmolejo para encontrar a los andinistas perdidos.
Luego de 3 horas y media de caminata encontraron el primero de ellos, y detectaron que los otros dos estaban más arriba. Al constatar sus signos vitales, confirmaron que los tres estaban muertos.
Los andinistas habían programado y planificado la excursión durante un tiempo, y la aventura comenzó el 22 de noviembre junto a otros tres andinistas chilenos, quienes a los pocos días de andar decidieron bajar por no sentirse bien en la altura. Así fue como el experto guía mendocino y los dos funcionarios pampeanos quedaron solos frente a la cumbre de 6.108 metros de altura sobre el nivel del mar.
Quién era Ignacio “Nacho” Lucero y su perro Oro
El guía mendocino tenía 50 años y caminaba por las montañas desde los 13. A pesar de haber sido profesor de Literatura, convirtió su amor por la montaña en una forma de vida y de sustento, y hasta creó empresas de expediciones.
En Aconcagua llegó a hacer más de 45 cumbres, y el Ojo del Salado era otro de sus cerros preferidos, el cual también conocía mucho. Los ochomiles del Himalaya no fueron un límite para él, aunque en un momento de su vida su cuerpo le pidió un descanso.
Nacho Lucero y su perro de asistencia Oro, quienes se volvieron inseparables en miles de aventuras en la montaña.
Fue en el 2011, cuando tenía 38 años y sufrió un infarto masivo seguido de un ACV cuando estaba en el cerro Manaslú, llamado la montaña del Espíritu, a 7.400 metros de altura en el Himalaya. Fue rescatado con vida, lo operaron en Katmandú y estuvo 24 días internado en Nepal hasta que regresó a Mendoza.
Hizo todo lo necesario para recuperarse física y mentalmente, y lo logró. Contó con la ayuda de un perro de asistencia de pelo dorado, al cual llamó Oro quien se convirtió en su fiel compañero en su regreso a las alturas. Fue el único animal autorizado oficialmente para entrar a los diferentes cerros. En el Parque Aconcagua hizo cumbre con él cuatro veces.
Oro y Nacho Lucero disfrutaron juntos de la cima del cerro Aconcagua.