Como señaló Visión Santiago a mediados de enero, el gobernador habría viajado a la Costa Atlántica en el avión sanitario, según reveló un sitio especializado de aeronáutica. “Es una pelotudez”, respondió fastidiado a los periodistas que lo localizaron en un exclusivo parador frente al mar.

El gobernador Gerardo Zamora continuaría esta semana sus vacaciones en Pinamar, en la Costa Atlántica argentina, completamente ajeno a los ruegos de los empleados estatales santiagueños que piden un bono o un aumento de sueldo, después de una inflación que cerró en 211% el año pasado. Pero el caudillo hizo oídos sordos y prefirió vacacionar en el país, para seguir de cerca la rosca política en un verano caliente.

El 13 de enero Zamora se fotografió con los empleados de un autoservicio del balneario Ostende de Valeria del Mar, mientras realizaba compras. Visión Santiago señaló entonces que el sitio aeronáutico Modo S había revelado que el avión sanitario Lear Jet LQCPS lo había trasladado hacia Villa Gesell y retornado a la provincia, tras cargar combustible en Mar del Plata. El costo de ese vuelo fue calculado en 12 mil dólares, lo que contradice el DNU que él mismo firmó en diciembre, con ajustes para su gobierno.

Algunos militantes zamoristas y trolls salieron a defender el derecho del gobernador a tener vacaciones, una obviedad que nadie discute, pero sí que utilice bienes del Estado para su provecho, lo que algún fiscal podría investigar de oficio si configuraría peculado. El artículo 261 del Código Penal  prevé una pena de reclusión o prisión de 2 a 10 años, más inhabilitación perpetua y absoluta. Pero es impensable que algún fiscal se atreva, si se tiene en cuenta que el Ministerio Público está encabezado por su aliado incondicional Luis de la Rúa.

Que un funcionario usufructúe los bienes del Estado también viola la ley de Ética Pública provincial 6784, que prohíbe utilizar recursos, infraestructura o personal estatal para su beneficio personal.

“Son pelotudeces”, respondió con pésimo humor Zamora al diario La Nación, que lo consultó si había utilizado el avión que tiene por función vuelos sanitarios o humanitarios.

El diario porteño indagó el plan de vuelo de esa aeronave “y confirmó la existencia de un sospechoso vuelo desde el Aeropuerto Vicecomodoro Ángel de la Paz Aragonés -a unos 6 km hacia el noroeste del centro de Santiago del Estero- que llegó a Villa Gesell, hizo escala en Mar del Plata y regresó a la provincia”.

El jet despegó de Santiago del Estero el lunes 8 de enero a las 11.03 y aterrizo a las 12.35 en Villa Gesell. Casualmente los días en que Zamora llegó al balneario, el avión sanitario voló 1,35 horas para llegar al aeropuerto más cercano a Pinamar. Las posibilidades del vuelo no son tantas. O hubo alguna derivación de urgencia desde la capital provincial a algún hospital de la zona o algún santiagueño tuvo que trasladarse de urgencia desde Pinamar a Santiago. Pero claro, no es posible descartar la principal hipótesis: Zamora habría llegado en ese vuelo, indicó La Nación.

Las coincidencias son demasiadas: la última actividad oficial del gobernador fue el viernes 5 de enero y al día siguiente festejó su cumpleaños. Ese lunes partió el jet hacia la Costa.

Desde la comodidad de un sillón del balneario Boutique, parador que es propiedad del abogado Víctor Stinfale, Zamora ofrecía el miércoles una tajante respuesta sobre la hipótesis de la aeronave sanitaria. “No me pienso gastar en contestar sobre esos inventos. Dicen cualquier cosa sobre mí. El año pasado, cuando viajé a Punta del Este, también intentaron escracharme. Yo solo quiero que me dejen en paz. ¿Vos sabes quién soy? Lo único que quiero es pasar tiempo con mi familia”, le contestó al diario porteño. Zamora utilizó la prepotencia, desacostumbrado al periodismo no domesticado vía pauta o negocios con su gobierno.

“Los datos oficiales sin embargo refutan la versión ofrecida -con voraz convencimiento- por el gobernador de Santiago del Estero. Como se dijo, la travesía incluyó una escala en la ciudad balnearia de Mar del Plata, después de un recorrido que duró 15 minutos. Finalmente, a las 13.59, después de cargar combustible, enfiló para Santiago del Estero. A las 15,57 retornó a su punto de origen, durante la misma jornada de lunes, tras un vuelo de 1,58 horas”, precisó La Nación.

Y se recordó que no es la primera vez que Zamora se ve envuelto en una controversia con un viaje en alguna de las aeronaves de su flota: durante la primera quincena de la temporada de verano del 2022, el gobernador fue también fotografiado por viajeros en una de las playas del país vecino de Uruguay.

El viaje había tenido lugar poco después de que el expresidente Alberto Fernández pidiera a los suyos vacacionar dentro de la Argentina como símbolo de “solidaridad”, en medio de una crisis marcada por la tercera ola de Covid-19 y la falta de dólares. Pero Zamora hizo oídos sordos.

A eso se debe acotar que existen sospechas sobre otros viajes al exterior, sin que fuesen misiones oficiales, como cuando en 2010 fue descubierto por Perfil en el Mundial de Sudáfrica. Esto porque ni él ni su esposa, la senadora Claudia Ledesma Abdala, suelen utilizar vuelos de línea.

La Nación confirmó de fuentes municipales que el balneario Ostende y el Club del Mar de Boutique no son los únicos dos lugares conocidos que Zamora y su esposa frecuentan. Cuando no deambulan por los sectores playeros, hacen reposo en La Herradura, uno de los barrios privados más exclusivos de Pinamar y cuyos terrenos disponibles se venden por US$200.000.

El matutino también destacó que el gobernador tiene como vecinos actualmente al exministro de Economía Sergio Massa, quien vacaciona junto con su esposa, la expresidenta de AySA (Agua y Saneamientos Argentinos) Malena Galmarini. Ambos mantuvieron reuniones con intendentes del Frente Renovador y aprovecharon, además, para pasear por el balneario CR en Pinamar Norte.

De esto se deduce que Zamora eligió vacacionar este verano en el país, como varios de los gobernadores y dirigentes de Unión por la Patria, para seguir de cerca las negociaciones con el gobierno nacional y el Congreso por la ley Ómnibus.

Para quien considera los bienes del Estado como de su propiedad y está dispuesto a eternizarse en el poder directa o indirectamente -a través de algún familiar- esto podrá parecer una estupidez, pero es una grave afrenta a los deberes de funcionario público. Y es más serio aun cuando exige austeridad a sus subordinados. /

Visión Santiago (Foto de Marcelo Aguilar, La Nación)

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