Murió el hombre condenado a perpetua por asesinar a su madre y su tía. Además del crimen, dejó un sinfín de excentricidades, entre las que se encuentran declararse como “un gato” y actuar como tal en público.

Cumpliendo una condena a prisión perpetua por matar a su madre y a su tía, este domingo le llegó la muerte a Nicolás Gil Pereg, el “hombre gato”, que sufrió una descompensación en las instalaciones del Hospital El Sauce, donde estaba encerrado desde 2020.

Su nombre comenzó a ser conocido en enero de 2019, cuando la desaparición de dos mujeres israelíes fue denunciada por su familia en la Justicia y en las redes. Se trataba de Lily Pereg, de 54 años, y Pirhya Sarusi, de 63. La presentación por averiguación de paradero fue realizada por Nicolás Gil Pereg (36), a quien las mujeres habían venido a visitar desde Australia e Israel, respectivamente.

Días después, tras un allanamiento en su casa, Gil Pereg fue detenido. El hallazgo que confirmó las sospechas fue el de los dos cuerpos de las mujeres, en un sector en construcción dentro de la propiedad. Estaban enterrados a dos metros y tapados con tierra, piedras y cemento. El israelí entonces recibió prisión preventiva.

La defensa de Gil Pereg había pedido que lo trasladaran al Penal de Almafuerte II en mayo del año pasado, pero la jueza lo desestimó.

Su madre, Piryha, había ido con su hermana a visitar a su hijo aquella fatídica semana de enero de 2019. Como en otras ocasiones, Gil Pereg necesitaba dinero. Generalmente se lo mandaba su progenitora desde Israel. Esa vez, según supo el Post, había librado cheques sin fondos por más de 9 millones de pesos. 

La casa en la que vivía Gil Pereg.

El proceso penal, marcado por las excentricidades del acusado, que fue alojado en el Hospital El Sauce por su situación psiquiátrica, finalizó en noviembre de 2021 con la pena de prisión perpetua por el doble crimen. Se supo que después de asesinarlas, Gil Pereg clavó a las víctimas hierros en distintas partes del cuerpo.

37 gatos, armas y sin servicios básicos: así vivía Gil Pereg

Antes de cometer el doble femicidio, el israelí pasaba sus días con 37 gatos y 4 perros en un enorme predio frente al cementerio de Guaymallén. Según se supo, había adquirido 45 armas, pero en su casa solo tenía tres: el resto estaban alojadas en las armerías. Era ingeniero electrónico, medía casi dos metros y había cumplido el servicio militar obligatorio en Israel, su tierra natal, donde supo vivir.

La enorme propiedad en la que residía, plagada de cámaras de seguridad, y con al menos media docena de canchas de fútbol 5 que estaban siendo construidas, no contaba con electricidad, gas ni agua potable. Se descubrió que no se bañaba, que defecaba y orinaba en el patio, y que pasaba la noche sobre un colchón que estaba ubicado directamente en el piso.

El día en que Gil Pereg posó sobre la fosa en la que había enterrado a su madre y a su tía.

“No soy una persona, soy un gato y necesito estar acompañado por gatos, no por personas. No puedo tener contacto con personas”, fue una de las declaraciones que pudo oírse en una de las audiencias. 

En el comienzo del debate en su contra, directamente llegó maullando. Lo tuvieron que sacar de la sala y llevar a una habitación especial, debido a que era imposible proceder con el debate oral. El insólito episodio quedó registrado en video.

Desde 2020 que estaba en el Hospital El Sauce, donde vivía en una celda con custodia y atención médica. Este domingo, el asesino de 42 años se descompensó y no pudo ser reanimado por el personal médico del hospital. Se esperan los resultados de la autopsia en el Cuerpo Médico Forense para conocer la causa de muerte.

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