El Departamento de Defensa de los Estados Unidos, días atrás, autorizó la publicación de tres videos capturados por los pilotos de caza de la fuerza aérea, en donde mostraban en sus sensores de vuelo, objetos luminosos que parpadeaban. El material se obtuvo durante entrenamientos realizados entre 2004 y 2015 y fue caratulado como sucesos no identificados?. Esta revelación volvió a abrió la puerta a los visitantes cósmicos y la fantasía de los ovnis. En nuestro país, opera una comisión que, con el aval de la Fuerza Aérea Argentina, se dedica a analizar evidencias sobre objetos no identificados en el cielo. En apenas 4 meses ya se reportaron 40 casos de avistamiento.
El Centro de Identificación Aeroespacial (CIAE) fue creado el 4 de abril de 2019 -en reemplazo de la Comisión de Estudio de Fenómenos Aeroespaciales (CEFAE)- con el objeto de “organizar, coordinar y ejecutar la investigación y análisis de eventos, actividades o elementos presentes u originados en el aeroespacio, identificar sus causas e informar las conclusiones a los organismos pertinentes que las requieran”.
El Comodoro Rubén Lianza es el analista a cargo del CIAE. En sus antecedentes se destaca que fue piloto de la Fuerza Aérea, estuvo a cargo de la base Marambio, es aficionado a la astronomía y un estudioso de las manifestaciones espaciales desde hace 40 años.
“Este año llevamos recibido 40 casos en apenas 4 meses. Eso da un promedio de 10 por mes. El aumento de avistamientos se debe a que muchos de ellos están originados por la confusión de los recientes Starlink, los trenes satelitales de Space X, a cargo de Elon Musk”, advierte Lianza.
“Debido a las restricciones de la cuarentena por el coronavirus, la gente que está en sus casas, tiene más tiempo para mirar el cielo desde la terraza o los balcones. Hemos recibido al menos 4 casos, de los cuales dos correspondían al planeta Venus y los restantes eran estrellas de primera magnitud, como Sirio y Antares”, aclara.
Lejos de elevar la sensación paranormal, el objetivo del CIAE es alcanzar la neutralidad. En lugar de emitir opiniones, las conclusiones de los informes apuntan estrictamente hacia donde conducen las evidencias.
“La misión del CIAE es determinar la procedencia de todos los objetos que se reciben, porque si no lo conseguimos, hasta nueva evidencia, quedan como no identificado. Lo cual trae implícito un claro componente de soberbia, puesto que hay miles de investigadores en todo el mundo y el misterio que nosotros no disipamos, seguramente algún otro lo hará”, sostiene Lianza.
Desde que Lianza asumió la dirección de la CIAE adoptó herramientas del ámbito aeroespacial, como programas de seguimiento astronómico y satelital, para identificar causas naturales o tecnológicas. El 99% de las fotos tienen una explicación racional.
En el 45% de los casos analizados se descubrió que esa mancha en el cielo correspondía a insectos o aves que se cruzaron frente al lente. En otros 36%, la luz misteriosa era una distorsión óptica del lente. Lo que parecía un plato volador, eran en realidad globos, drones u helicópteros, que dan un 9%. Mientras que el 10% restante son satélites que giran sobre nuestras cabezas o cuerpos celestes.
“Cuando uno habla de Ovni se refiere a algo que ‘no fue identificado’ por el testigo y la investigación debe buscar la causa que lo originó. Si algún experto cree que el caso es más ‘interesante’ si no tiene explicación, comete un gravísimo error conceptual”, señala Lianza.
“Muchos de los creyentes en los platillos, en lugar de aceptar las realidades simples prefieren confiar en las hipótesis más bizarras. Ya que, después de un minucioso examen, muchos de los objetos que aparentemente eran extraordinarios, terminara siendo un algo ordinario”.
Los ufólogos locales, tienen también sus técnicas y procedimientos. “A diferencia de la CIAE, que se dedica a analizar fotos, nosotros hacemos investigaciones de campo. Entrevistamos a testigos para ver qué datos nos pueden aportar y si no son de valor, descartamos la evidencia. Además, chequeamos los programas satelitales para ver si detectaron alguna anomalía y consultamos los radares de vuelo de la zona”, advierte Andrea Pérez Simondini, directora de la Comisión de estudios de fenómenos Ovni de la República Argentina (Cefora).
El fenómeno Ovni, a falta de evidencia puntual, genera dudas y suspicacias. Sin embargo, hubo más de 22 países que desclasificaron sus expedientes apoyándose en la Ley de Acceso a la Información Pública y han formado incluso comisiones oficiales de Fuerza Aérea para estudiarlos.
“Venimos peleando para que se den a conocer los documentos que fueron tratados en la década del 80 por la Comisión Nacional de Investigación Aeroespacial (Cnie) -encabezada por el fallecido capitán Augusto Lima- un hecho que recién unos meses atrás, fue reconocido por el Ministerio de Defensa. Lo que prueba que se hicieron investigaciones sobre el tema y por eso, sería bueno exponerlas a la opinión pública”, sentencia Simondini.
Y ante la falta de una clara definición de lo que es un ovni, la más aceptada corresponde al astrofísico Joseph Allen Hynek (1910-1986), quien fue asesor científico de la Fuerza Aérea de EE UU y su historia es contada en la serie Project Blue Book.
“Podemos definirlo como la percepción de un objeto o una luz vista en el cielo o en el suelo, cuya apariencia, trayectoria, dinámica general y conducta luminiscente no se corresponde con algo convencional, y que permanece sin identificar, tras el escrutinio realizado por personas capacitadas técnicamente”, sostiene Hynek.
Una de las pocas figuras públicas que aborda el tema abiertamente es Alain Julliet, quien fue director de inteligencia de la DGSE (Dirección General de Seguridad Exterior, Francia). “Los Ovnis son una cuestión de Estado, es así y hay un término que se repite entre los especialistas en el tema. Es la idea de ‘inteligencia no humana’. Este término es interesante porque no rechaza la hipótesis extraterrestre, pero incluye otras teorías sobre la naturaleza del fenómeno”, declaró días atrás a la revista Paris Match.
Sobre las frecuentes desacreditaciones que sufren quienes denuncias algún encuentro, sostiene que “hay pilotos de combate, astronautas, personas que son todo menos divertidas y realizaron observaciones muy precisas. No debemos decir que no tienen sentido, porque algo carece de explicación. Me interesé en este problema porque lo primero que vemos cuando estudiamos este fenómeno es que estos dispositivos o apariencias, no funcionan de acuerdo con las leyes terrestres y en particular, no están sujetas a las leyes de la gravitación”, remarca Julliet. Fuente: Contexto