*Por Angel Flores
El escándalo político del país quizás no se dimensione en su verdadera gravedad. Y tratando de esbozar alguna explicación a colegas del exterior que no entienden los verdaderos motivos de la crisis, resulta difícil también hasta para un psicólogo dar un diagnostico sobre las conductas de los protagonistas de este guion de película, que ningún escritor de ciencia ficción hubiera imaginado.
Alberto Fernández entregó el poder a Cristina Kirchner, cumpliendo su palabra en no traicionar a la vicepresidente, pero si a su amigo y mano derecha por años, Juan Pablo Biondi, vocero presidencial que presentó su renuncia indeclinable como parte de un macabro “arreglo” de poder, solo para satisfacer a Cristina.
Una vez más, el Presidente cede la oportunidad de ordenar su gabinete con su gente de confianza, alimentando a La Cámpora, al Instituto Patria, y a la propia Cristina, en una conducta que muchos podrían definir como un hombre con “pocos huevos”. Solo falta que Santiago Cafiero, que ya tiene señalado el pasillo de salida, con flechas rojas marcadas en el piso para que no se pierda.
Por mientras, el Banco Central sigue perdiendo reservas, que hasta el día de hoy perdió más de 350 millones de dólares en dos días, en otro presupuesto 2022 presentado por el ministro de economía, Martín Guzmán, con datos ficticios, imposibles de cumplir sin un arreglo con el Fondo Monetario Internacional.
Un país totalmente paralizado desde las elecciones PASO, y por los resultados que pusieron los pelos de punta al sector kirchnerista, nada mejor representado en una foto que Cristina no puede soportar, la foto de la derrota.
La gravedad de lo acontece, que no puede ser explicada por psicólogos, politólogos o escritores de ficción, es tan compleja que solo la diputada Fernanda Vallejos del Frente de Todos, pudo explicar en los audios “filtrados”, que muchos aseguran que fueron difundidos a propósito, para mandar el verdadero mensaje de Cristina a todo el descalabro que hoy sufren los argentinos.
De este descalabro hablo, en un país que se cae a pedazos:
Alberto Fernández y Cristina Kirchner son lo mismo. Entre los dos se encargaron en chocar de frente al país en menos de 2 años, con un “bonus track” dentro de esta película. Chocaron, sobreviven, pero se llevaron en el bolsillo una bomba que va a explotar en el final de la zaga. La bomba de más inflación, más pobreza y más indigentes.
En estos dos meses que quedan para las elecciones, se juegan el fin del kirchnerismo para siempre.