Por Joaquín Mugica Díaz

Pareció ser un renunciamiento histórico. Al menos, así lo plasmó Cristina Kirchner durante su enérgico discurso después de conocer que había sido condenada a 6 años de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos. Renunció a la posibilidad de ser candidata en el 2023. No quiere cargos ni fueros.

“El 10 de diciembre del 2023 no voy a tener más fueros, así van a poder dar la orden de que me metan presa. Sí, presa, pero nunca una mascota. No voy a ser candidata a nada, ni a presidenta, ni a senadora, mi nombre no va a estar en ninguna boleta”, aseguró.

Con esa frase rompió el enorme signo de interrogación que estaba sobre su cabeza. ¿Será candidata a presidenta o a senadora? La pregunta giraba como un trompo por todo el peronismo desde el momento en que el fiscal Diego Luciani le pidió al Tribunal Oral Federal 2 que la condene a doce años de prisión en la causa Vialidad.

Ese día comenzó a transitar un proceso de centralidad que se profundizó con el atentado que sufrió en la puerta de su casa y que estuvo sostenido por un operativo clamor de los dirigentes políticos y sindicales más cercano. La idea de “CFK 2023″ llegó a su máxima expresión en el acto que la Vicepresidenta encabezó en La Plata y se empezó a diluir ayer por la tarde cuando confirmó que no será candidata.

La Vicepresidenta confirmó que el año que viene no será candidata a presidenta ni a senadora (REUTERS/Agustin Marcarian/File Photo)

“No voy a someter a la fuerza política que me dio el honor de ser dos veces presidenta y una vicepresidenta a que la maltraten en un periodo electoral, diciendo que tienen una candidata condenada. Termino el 10 de diciembre y me vuelvo a mi casa, la misma de la que salí un 25 de mayo de 2003 para acompañar a quien fue mi compañero”, explicó.

Desde hace tiempo en el oficialismo se especulaba con el impacto político y electoral que podía tener una condena a la Vicepresidenta. A muchos dirigentes peronistas les resultara difícil visualizar una candidata en la boleta condenada por una causa de corrupción. Por más de que esa candidata fuese la que más votos juntará dentro del heterogéneo mundo peronista. El sello de culpable es imborrable.

Condenada a seis años de prisión, aunque con dos instancias de apelación por delante, la Vicepresidenta decidió terminar con la incertidumbre sobre su futuro electoral. Lo hizo bajo el argumento de que no le dará el gusto a quienes esperan que sea una candidata con condena en una causa de corrupción.

Aunque también las encuestas que todos los sectores de la política consumen le marcaron un límite anticipado por su mala imagen y el techo en la intención de voto. Al igual que en el 2019, la principal barrera para volver a la Casa Rosada es el rechazo que tiene su figura en gran parte de la sociedad. Cuestión de mayorías, más que de minorías.

Existen dirigentes que aún tienen dudas sobre el renunciamiento de CFK y advierten que puede ser el inicio de un operativo clamor más voluminoso que el que hubo hasta ahora, similar al que tuvo lugar en Brasil y que derivó en la candidatura presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva, y el posterior triunfo en las urnas frente a Jair Bolsonaro.

El paso al costado que dio la Vicepresidenta, de cara a las elecciones del 2023, abrió una inmediata discusión interna en el peronismo. ¿Si no es ella, entonces quién? No hay demasiados nombres propios con proyección, aunque cualquiera que hoy no haya asomado la cabeza aún tiene tiempo de jugar sus cartas. Todavía está abierta la inscripción.

Crédito: Prensa PBA

El corrimiento de CFK beneficia la proyección electoral que tiene Alberto Fernández, pese a que en el peronismo una gran mayoría crea que es imposible que esté en condiciones de competir. Sin embargo, puertas adentro de la Casa Rosada, el Presidente sigue considerando que su vocación de reelegir está latente.

A Fernández lo dan por muerto hasta los propios, pero mantiene sus esperanzas. En definitiva, ocupa el principal rol en la política nacional y tiene como compañera de fórmula que en las encuestas le va igual o peor que a él.

El nombre que tiene más consenso dentro del Frente de Todos es el del ministro de Economía, Sergio Massa. El líder del Frente Renovador se aferró al perfil bajo y la gestión de la economía argentina en los últimos meses. No se metió en el barro de la política interna y tomó un conjunto de medidas que permitieron empezar a generar un equilibrio en la macroeconomía.

El gran problema que tiene por delante es romper la dinámica inflacionaria y lograr que el índice de precios empiece a descender lentamente, mes a mes, durante el primer cuatrimestre del año próximo. En el oficialismo advierten que si ese objetivo se concreta, sus posibilidades de ser candidato a presidente aumentarán exponencialmente. Si, en cambio, no se logra el cometido, no hay centralidad ni apoyo dirigencial que pueda alcanzar.

“Si baja la inflación el candidato es él. Si no la baja, no es nadie”, se sinceró un importante dirigente social que forma parte de la coalición oficialista. Su idea sobrevive en distintas terminales del peronismo donde, con el paso de los meses, empezó a cambiar la percepción sobre Massa. Aún hay mucho tiempo por delante. El ministro tiene su energía en aumentar las reservas y bajar la inflación.

En el kirchnerismo hay dos nombres propios con proyección presidencial. Uno es el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, quien fue señalado por Máximo Kirchner como un “buen candidato” para competir por la presidencia el año que viene y lograr una renovación en las candidaturas del peronismo.

De Pedro, dirigente de extrema confianza de la Vicepresidenta e integrante de la mesa chica de La Cámpora, recorrió el camino inverso al de Massa. Subió el perfil, empezó a mostrarse más en la gestión y se posicionó como uno de los potenciales candidatos del oficialismo para el año que viene.

El otro nombre es el del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que es uno de los dirigentes K que mejor está posicionado en términos electorales. El economista no tiene intenciones de ser candidato a presidente. Al revés. Está completamente abocado a trabajar por reelección en territorio bonaerense. Solo competiría si hay un pedido concreto de CFK.

Detrás de la figura de Alberto Fernández está el embajador en Brasil, Daniel Scioli, quien sigue teniendo ambiciones presidenciales, pero ya se comprometió con el Jefe de Estado a que solo competirá en el caso de que él no lo haga. Ambos representarían, según la división interna que existe en el Gobierno al día de hoy, una opción distinta al kirchnerismo.

Infobae

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