trmnteym La niña se mete adentro del contenedor para seleccionar. Su hermano se queda afuera y recibe lo que ella le pasa. Eligen lo que se puede consumir aún. Están en plena calle Sarmiento de Ciudad. En la vereda de enfrente brilla la estrella Michelin de un restaurante y los turistas extranjeros copan los locales de comida. La Ciudad sigue su ritmo, mientras Camila y Andrés, los hermanos, parecen invisibles.

Todos los días recorren más de 7 kilómetros de ida y 7 kilómetros de vuelta, desde su casa en el pedemonte capitalino hasta el microcentro para buscar comida. Son dos de 6 hermanos. Ninguno ha podido empezar la escuela a pesar de que tienen un edificio cerca de donde viven. Ninguno de los 6 hermanos tienen los útiles, ni la ropa. Por eso su rutina es bien distinta a la de otros niños de sus mismas edades y ellos recorren la ciudad para sobrevivir. 

Los 6 hermanos no viven esa realidad desde ahora, pero sí se profundizó, por ejemplo, hace un año iba a la escuela. Ahora no. Y es invisible: no tiene DNI, no está registrada en la Escuela y por eso ni la Municipalidad, ni el mega Ministerio de Educación, Cultura e Infancias la tiene registrada para que sus derechos no sigan vulnerados. Justamente la intención de unir todas las reparticiones dedicadas a la infancia era abordar políticas integrales.

Aunque la realidad de ellos es muy tangible, pasan inadvertidos para la institucionalidad. “Algunas veces somos 4, otras 2. Salimos a la tardecita, cuando baja el sol”, explica la niña. Viven en la zona que la Municipalidad de Capital tiene más olvidada, cerca del dique Papagayos. De hecho hay un corte: están muy cerca del “Distrito 33”, la zona más “moderna” de Mendoza. La ruta está en reconstrucción y es el paso para el circuito de San Isidro, la reserva Divisadero Largo y  El Challao. Pero la vida de los 6 hermanos es invisible. 

En Mendoza hay estadísticas: 6 de cada 10 niños viven en hogares pobres; la mayoría de los niños, se supone, van a la escuela y, se supone, tienen opciones de alimentación en sus hogares, en la propia escuela o en otras instituciones. El último registro difundido por la UCA indica que un 12,3% de los niños sufren inseguridad alimentaria severa. El dato es del año pasado, previo al cambio de gobierno. Pero en las propias estadísticas puede haber un yerro. Alcanza con recorrer los centros urbanos del Gran Mendoza cuando se esconde el sol. Niños, adolescentes, familias enteras recorriendo las calles para buscar residuos reciclables o directamente alimentos. “Hacemos siempre el mismo camino. Comida o latitas para vender buscamos”, repiten los niños

Fuente: MDZ

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *